Por María José Madarnás
En los últimos años ha ido creciendo a nivel mundial una corriente de opinión que, de la mano de un ecologismo sensato y actual, es consciente de la excesiva intromisión que todo lo artificial tiene en nuestras vidas.
A muchos niveles estamos asistiendo a un cambio de paradigma en el que se aprecia mejor no solo la necesidad de cuidar nuestro entorno natural sino lo importante que es saber apreciar lo que podemos obtener de la naturaleza.
Esto no supone una “vuelta a la naturaleza” en el sentido de recuperar la relación que la Humanidad tuvo con ella en tiempos ancestrales o incluso inmediatamente anteriores a la Revolución Industrial. Pretender algo así carece de sentido. No podemos renunciar a la ciencia y la tecnología sacrificando nuestro bienestar.
Lo que sí podemos es utilizar nuestra ciencia y tecnología para proteger y mejorar nuestra relación con la naturaleza en vez de para destruir y empobrecer los entornos naturales.
De la misma manera, todos los conocimientos que hemos ido acumulando nos ayudan a conocer las muchas ventajas de preferir los remedios naturales a los artificiales.
Esta corriente cada vez más asentada en la sociedad también ha alcanzado la forma de ver, comprender y tratar el embarazo. Pocos procesos hay que sean tan naturales como el embarazo y el parto. Desde la fecundación del óvulo por el espermatozoide, la naturaleza despliega todo su esplendor y sabiduría para lograr que una nueva vida venga al mundo.
Pero en las sociedades occidentales, en las últimas décadas ha habido una excesiva medicalización del embarazo. Hoy en día muchas personas abogan por revertir esa situación, no renunciando en absoluto a las ventajas de la medicina moderna y la tecnología sino combinando de la mejor manera posible las técnicas naturales con aquellas que haya que utilizar para ayudar a la naturaleza a seguir su curso.
De este modo, se apuesta cada vez más por técnicas naturales para adelantar el parto cuando este adelanto sea deseable. Asimismo se va incrementando la demanda de técnicas de parto natural o por facilitar el parto utilizando la ley de la gravedad, es decir, no tumbando a la mujer en una camilla sino haciendo que esté más vertical.
También hay más embarazadas que demandan la opción de realizar los trabajos del parto e incluso el propio parto en el agua. A esto hay que añadir que muchas mujeres que no quieren renunciar al uso de cosméticos durante el embarazo prueban los cosméticos naturales y cuando los conocen mejor acaban pasándose a ellos y renunciando a los cosméticos convencionales.
Al ser el embarazo un momento especialmente vulnerable de la salud de la mujer y del niño, se debe evitar al máximo la exposición a sustancias químicas perjudiciales. Por eso la gestación es un momento óptimo para conocer mucho más sobre los remedios naturales y sus ventajas, sobre la alimentación que evita los procesos industriales, la cosmética natural, las ventajas de los aceites esenciales y muchos otros productos que nos devuelven una visión de la naturaleza mucho más positiva.
A día de hoy, incluso en los hospitales y en las consultas de ginecología y obstetricia se procura reducir en todo lo posible las técnicas invasivas sobre la mujer y el feto. Es el caso de la versión cefálica externa cuando el niño viene de nalgas, para evitar tener que recurrir a una cesárea.
El embarazo y el parto, como procesos biológicos que son, deben ser lo más naturales posibles y se deben reservar las técnicas más alejadas de la naturaleza para aquellos casos en los que haya alguna complicación o necesidad específica.
